
Conmigo estás, ciudad,
y uno se sabe ser, estar e irse sintiendo
que, a ratos, algo le nace a uno
o se le muere allá en el pecho.
Después, miro de frente,
porque me toca andar
bajo encinas y campos
que perviven a través del tiempo.
Andar por la ciudad
yo sé que ir abriendo mis recuerdos,
saber que nos estamos repitiendo.
O sentir que también ahora de hombre,
estoy volviendo a andar por el camino que dejé
allá atrás en la infancia medio abierto.
Miro ahora la calle en que jugué,
una plaza, o un soportal, la encina y el campo
y me encuentro que es la calle, el soportal, o la plaza
o la encina y el campo de mi niñez
en que jugué hace tiempo.
Amigo, tienes una exquisita forma de enlazar verso con verso, como si de un café al azúcar lo abrazara, envolviendo y al mismo tiempo los endulzara. ¿una palabra más sencilla?
ResponElimina¡Tus versos emocionan!