dilluns, 14 de maig del 2012

TEXTOS Y EVENTOS



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NOTAS Y REFLEXIONES A MI OBRA “FUGIDA DE LES MEVES PORS” (SIN MIEDOS)

Sobrevive a su miedo quien se acerca a él, quien no le pone distancias y está preparado para lo peor. Un error grave es dejar que pase el tiempo, sin que lo afrontes. Por ello el secreto de los que lo vencen consiste en estar preparado para asumirlo y salir de él antes de que sea demasiado tarde. Nunca fue tan sencillo beneficiarse de estas premisas.

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Fugida de les meves pors | Desandes 2008 (Original expuesto en Instituto Universitario USP Dexeus - Usp Hospitales [Barcelona], Consultorio de Dr. Chéchile)
Conceptualmente, la obra nace pictóricamente centrando en el cuadro lo que creo es el foco de donde emergen los miedos, mis miedos. Los identifico con colores y texturas que recorren toda mi acción creativ a, va de dentro hacia fuera. Este cuadro, como una obra viva que es, tiene su propia existencia y, en algún momento, en contra de la voluntad de su autor.
El miedo nace en la obra en una imagen a modo de castaña, de reducidas dimensiones, que para el autor no es más que una eclosión de interrogantes, no por más inesperados, menos preocupantes. Una imagen que se agranda, no físicamente, pero sí en los pulsos y los sentidos.
En el cuadro, en un primer momento, al autor la zona aparentemente pequeña no hace más que expandirse de modo concéntrico, y los colores siguen siendo de tierra oscura, de sombra natural, productos del silencio y los temores. Pero, a continuación, la liberación de ese sentimiento rompe el tiempo previo en actitud de vigía, primero en forma de esperanza, un anillo blanco que rodea el miedo, que lo circunda (zonas oscuras en el cuadro), pero que con los sentidos al acecho te das cuenta de que depende hacia dónde vayan los estados de ánimo.
Después, si abres el anillo concéntrico, por arriba,  ves que te protege una especie de estela blanca, que se sale del cuadro, suavemente mecida a la derecha. Me sugiere que todo irá a mejor. Aunque no por eso también me abruma, me sobrecoge, me impacta, en toda la parte superior del cuadro, de izquierda a derecha, un horizonte de rojos de cadmio y óxido de hierro, bermellones muy matéricos. Esta obra, como todas mis obras, es eminentemente matérica.
En la zona baja del cuadro, a la derecha, está el espacio más abierto a la esperanza. Los verdes, los amarillos desvaídos, con minúsculos rasgos de azul, el camino aún no transitado. Lo que falta por vivir. De ahí que uno esté abierto a seguir sintiendo el pulso de las horas. Todo lo que está entroncado en las raíces de las percepciones, vivencias y sensaciones íntimas.
Pero lo real desborda siempre lo puramente matemático. De ahí que pese a sostener que todo irá a mejor, el autor no está exento del sentimiento de lo inesperado, en su sentido negativo. Y, claro está, no olvida poner tierra de por medio, colores de atardecer, tonos de Siena tostada, dorados, de arena mojada.  El pintor no hace otra cosa que traducir esta zona como propia, “la realidad”, es decir, la vida misma. La tierra que has de pisar necesariamente para llegar, o no, a culminar tu sueño, sea el destino el que fuere. Lo que haya de venir, ya viene.
DESANDES - Noviembre del 2008

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